Para celebrar sus 68 años de edad, este jueves recordamos el gran show que Billy Idol realizó en nuestro país el año pasado.
Por Orlando Salerno.
Billy Idol se presentó anoche en el Jockey Club, donde alzó el puño de su público y los puso a bailar con sus sombras.
Histórica visita de una de las leyendas del pop rock, que supo brillar en la década de los ochenta, con clásicos atemporales que convirtieron al pogo colectivo en un baile individualista, acompañado de sombras nocturnas.
El cantante que nació en Inglaterra y se nacionalizó norteamericano, repasó su carrera en una hora y media, junto con su gran guitarrista, Steve Stevenson.
Este último es el encargado de darle virtuosismo a la escuela punk de Billy Idol, quien mantiene su espíritu desafiante y su pose de seductor.
El chico malo del rock de los ochenta inició su set con uno de los temas más liberadores de la música pop, el tema «Dancing With Myself», la versión extendida y mejorada de su ex banda Generation X, para que sea una fiesta declarada, en la carpa que cubría a los músicos y a la gente, que se movió sobre su propio eje.
Luego continúo con su único tema nominado al Grammy, el lujurioso «Cradle of Love» de 1990, un año difícil para el protagonista de la noche, que más adelante nos explicaba porqué, a través de su canción «Bitter Taste» de 2021, que significó el momento más empático del show, donde el ídolo recibe el caluroso apoyo de sus fans, que agradecidos le estaban por haber superado experiencias traumáticas, como ese accidente de motocicleta que casi lo deja sin una pierna.
Pero el concierto recién empezaba y había mucho camino por recorrer; fue así que los puños se levantaron en el coro del tema «Flesh for Fantasy», antes de presentar su nuevo e indomable sencillo titulado «Cage», donde Idol reafirma su tonalidad rockera, en la segunda década del siglo 21.
Sin dudas, la gran sorpresa de la jornada fue la inclusión del tema «Speed» (1993), el mismo que formó parte de la banda sonora de la película del mismo nombre, siendo ése uno de los momentos más celebrados por todos.
Posterior a eso, llegó el turno del señor Steve Stevens, el héroe de la guitarra que tomó una electroacústica para una muestra clínica de su instrumento, disfrazándose por momentos de Paco de Lucía y finalizando como un Jimmy Page, haciendo «Stairway to Heaven».
Tras el mencionado «Bitter Taste», que narra el momento más duro de su vida, y que enterró su carrera como actor de cine, la cosa se ponía aún más emotiva, con la caída libre del sintetizador que anuncia el comienzo del meloso «Eyes Without a Face».
Como un crooner vestido de punk, Idol mantuvo encendido los celulares en la oscura noche, con su versión de la balada «Mony Mony», siguiendo con «Runnin’ From the Ghost», para finalmente volver a su juventud con «One Hundred Punks», de su ex mencionada banda.
Pero quedaba más de Steve Stevenson, quien entonó su «Top Gun Anthem», otra banda sonora de película que le valió el premio Grammy al guitarrista neoyorquino en 1986.
Para casi el cierre del show, «Rebel Yell» colocó la velada en su momento cumbre, acompañado del grito de todos los sectores, para que descanse la exhaustiva voz del veterano rockero.
Tras la pausa de unos minutos, regresan al escenario con el cover «Born to Lose» de Johnny Thunders and the Heartbreakers, un clásico del punk rock del New York de los setentas.
Para finalizar, el hit que llevó al altar a muchos, menos al eterno soltero de Billy Idol, la gótica «White Wedding», que culminó la ceremonia en el Jockey Club.
Público de todas las edades y seguidores de muchos estilos, Billy Idol logró nuclearlos a todos en Asunción, en un 2022 que lo encuentra celebrando 30 años de carrera en solitario.